En un intento por escapar a los ritos mañaneros, el niño malhumorado comenzó a dar cada noche los buenos días. Lo hacía con una desmelenada sonrisa, como si hubiese un día de sol y plaza. Un libro preciso a la hora de mostrar a los más pequeños algunas de las transiciones que vivirán mientras crecen, y también, un camino inspirador para que los adultos recuerden esas peripecias vividas en el trayecto hacia la madurez.