Algunos dicen que la letra con sangre entra y si bien se puede estar de acuerdo o no con esta afirmación, lo que Elemecé sí tiene claro en su nueva canción “La ley del zurriago” es que hay dos látigos que lo han sacado adelante: el de la vida y el de la familia. “El zurriago de la abuelita significa más que el golpe, es lo duro de decepcionarla”, aclara el artista.
Elemece compuso su nuevo éxito inspirándose en “Los guaduales”, una canción de Garzón y Collazos, que es muy querida por los campesinos colombianos: “Si los guaduales hablarán y las trochas gritaran a los cuatro vientos historias de vidas pasadas”, arranca cantando en “La ley del zurriago”; que tiene una música típica de la Región Andina llamada guabina, pero también una cuota importante del alma del artista, que también es muy campesina.
Pero lo que hace Elemecé son corridos arrieros y no porque tenga pretensiones de dársela de inventor de un nuevo género musical, sino porque los corridos mexicanos y el campo colombiano son sus principales influencias. Así que no podría presentar su música de otra manera.
La mayor parte de la letra de la canción la hizo en una sentada, sólo le quedaron pendientes algunos ajustes y el rapeo, que al principio no pensaba incluir. Pero para crear la música sí se dejó llevar por la calma de las montañas, poco a poco fue compartiendo las ideas con sus músicos –quienes ayudaron a darle forma– y con su productor Tiago Mdok.
Para Elemecé esta canción reúne tanto los peores como los mejores momentos de su vida, porque “La ley del zurriago” también habla de su crecimiento como artista, organizador de eventos y empresario cafetero. “Además quise escribirla para que se identificara la gente del campo y del barrio con esa resiliencia y esas ganas de echar pa’ lante”, remarca.
“La ley del zurriago” también habla de la importancia de saber rodearse de personas que valgan la pena, por ejemplo, en todas sus entrevistas Elemecé pone por delante a su esposa Vanessa, porque las personas no sólo crecen con el látigo de la vida, sino con los fríjoles de la abuelita o los cariños que ayudan a pasar los tiempos de cobijas rotas.