La huella de una infancia difícil no impidió que Pepe Cáceres, la primera figura colombiana de la tauromaquia a nivel internacional, enfrentara el miedo y persiguiera su sueño de niño en Honda, hasta las más prestigiosas plazas taurinas en España. El padre, el hombre y el torero en una misma película protagonizada por Sebastián Eslava, el hijo que nunca lo conoció.

La historia de Pepe Cáceres, está rodeada del miedo y la muerte. Su motivación más grande fue la obsesión por ser alguien, por ser visto, quizá producto de que en su infancia su padre y su madre lo abandonaron, dejándole un gran vacío emocional y una adicción al dolor. 

Considerada la primera figura colombiana en el mundo de la tauromaquia, Cáceres confundió la búsqueda del amor con la del reconocimiento, en una clara necesidad de ser deseado y experimentó un auténtico sentimiento de satisfacción cuando se enfrentaba a los toros, a quienes consideraba sus mejores y únicos amigos. 

La historia de este noble y romántico personaje, desde su infancia en Honda, al lado de su abuela Clementina hasta sus grandes triunfos en España y Colombia, es recogida en esta película en la que su propio hijo, Sebastián Eslava, presta su piel y su gusto por el toreo para darle vida y de alguna manera acercarse al hombre al que conoció solo a través de los relatos y los archivos que rescató en su investigación.  

“Hace algunos años emprendí un viaje para estudiar actuación, sin dejar de lado el recuerdo de mi padre al que solo pude imaginar a través de las historias que mi madre me contaba. Mientras estaba lejos y sentía la gran ausencia de ese hombre extraordinario al que nunca conocí, decidí empezar una investigación sobre su vida, tal vez siendo ésta la única forma de llenar el vacío que me dejó, reviviéndolo y encarnando sus pasiones y deseos”, cuenta Sebastián. 

Confiesa el actor y director que mientras más se adentró en los secretos de su padre, más sintió la necesidad de convertirse en él, lo que lo llevó a dejar todo y viajar a Sevilla (España) donde incluso pretendió sin éxito, convertirse en torero, lo que lo llevó a entender que debía crear su propio destino. 

“Surgió entonces la idea de hacer una película de la apasionante vida de mi padre, en la que se cuenta la historia de un hombre condenado a ser un ‘Don Nadie’ debido a las circunstancias de su infancia, pero resuelto a transformarla a cualquier costo. Del abandono y del maltrato, supo saltar a la grandeza desde su condición de torero en la plaza y de ser humano en la lucha diaria”, agrega.  

Su gran aliado en esta aventura para contar la historia de un hombre que tuvo el valor de un gladiador que nunca entregó su espada, mezclado con la feminidad de una bailarina, fue el productor Camilo Molano Parra, quien cuenta que fue todo un desafío el rodaje que se adelantó en Bogotá y en Honda, más exactamente en una finca que tiene un gran significado para la película, pues allí jugaba el niño José Humberto Eslava, que se convertiría años después en Pepe Cáceres. 

“Fueron unas locaciones llenas de mística, de una sensación muy poderosa” expresa Camilo quien confiesa que “las partes de España también las rodamos aquí en Colombia, donde convertimos a Bogotá y sus alrededores en Sevilla”.