Una gran historia de amor ambientada en tiempos del posconflicto colombiano

La infancia de Miguel González, el protagonista de esta novela se parte en dos cuando es secuestrado por las FARC-EP a principios del siglo XXI. Años después, ya de adulto, Miguel se reencuentra en Barcelona con Lucía Rojas, a quien conoció durante su cautiverio. La reunión da paso a una intimidad que pronto es atravesada por la política: corre el año 2016 y el gobierno de Colombia y las FARC-EP firman el acuerdo de paz en La Habana. Para documentar el histórico evento, Miguel y Lucía viajan a su país, iniciando así una aventura que los llevará a recorrer los senderos de sus memorias mientras documentan eventos como el plebiscito de octubre y la Marcha del Silencio. ¿Podrán, finalmente, sanar sus viejas heridas? Ésta es, no cabe duda, la primera gran historia de amor ambientada en tiempos del posconflicto colombiano.

Una novela que se clava en las entrañas del secuestro con sus múltiples facetas, sentimientos y cicatrices. Lo hace a través de la historia de amor de Miguel González y Lucía Rojas, y desde diferentes planos: desde la posición de la víctima y la del victimario; desde la visión cubierta por los árboles y la flora colombianos y desde la perspectiva que brinda una situación a diez mil kilómetros de distancia, en Barcelona; desde un pasado de guerra y un presente que viste al acuerdo de paz de sentimientos, caras y vivencias. “Es una novela sobre el perdón, el miedo, el sueño de la paz y la importancia de la familia como estructura sacudida por la guerra que se vivió en Colombia por espacio de cincuenta años y cuyas secuelas permanecen”, señala la escritora.

El lector viajará a través de diferentes tiempos y espacios. En un ejercicio de saltos por diferentes días, armando el rompecabezas de la historia. Esta obra representa un proceso de catarsis a partir del secuestro de su padre y el ejercicio de la memoria histórica y afectiva que mezcla diferentes aspectos de la condición humana.

LA NOVELA COMO CATARSIS En julio de 1995 aún vivía en Colombia y empezó su experiencia como víctima. La escritura se convirtió en la manera de exorcizar el sufrimiento. Durante el secuestro de su padre escribió un diario de odio, de miedo y de dolor. Un espacio idóneo para el absolutismo y los juicios categóricos, sin entender que detrás de cada circunstancia siempre hay una perspectiva humana. En contraste, el proceso de escritura de esta novela señala Sánchez-Ortega, resultó diferente, pues estuvo marcado por la sabiduría de su familia y se enriqueció con la oportunidad que tuvo de conversar con otras víctimas.
Sánchez-Ortega tiene su propio cronómetro emocional. Mide el tiempo en horas, días, minutos y segundos y resalta que la experiencia de un secuestro no culmina con la liberación. “Con esta novela perdono y me perdono, asumo las consecuencias y sigo adelante. El odio lo superé en 32 días, pero el dolor del secuestro me tomó 26 años: 9.717 días”, resalta.

AUTORA : JUANA SÁNCHEZ-ORTEGA

Juana Sánchez-Ortega todavía recuerda el día en que aprendió a leer y escribir. En su casa de Bogotá leyó sola por primera vez La pequeña vendedora de fósforos, de Hans Christian Andersen, y las letras le cambiaron el mundo. Desde entonces ha usado la pluma en periódicos escolares, obras de teatro, cuadernillos, diarios, manuales, guías y contratos. Es una devoradora de libros que siempre soñó con escribir para contar de otra forma todo aquello que leía.
Sánchez-Ortega se formó y ejerció como abogada ambientalista durante trece años, al cabo de los cuales abandonó las leyes para dedicarse a ser juguetera. Hace cinco años se trasladó a Barcelona, donde aprovechó para dar rienda suelta al sueño de educarse para escribir. L’Escola d’Escriptura del Ateneu Barcelonés se convirtió en su refugio, el lugar donde, durante tres años, se dedicó a entender el método, la investigación y la escritura. Su primera novela, 5.749 días, fue una de las diez finalistas del Premio Planeta 2019.