Es la historia de dos mujeres que se encuentran, se enredan, se desarman, se componen, se abrazan y se acompañan desde el primer momento.
No es delito envejecer, quiere darle otra mirada a las mujeres maduras, a su cuerpo, su sensualidad, sus deseos y luchas, la amistad, pues es ahí en donde su determinación, las convierte en hechiceras, sanadoras, hierbateras, sembradoras, tierra.


Mirarnos entre mujeres, sana desde mis ancestras al hoy, desde adentro hacia afuera, el pasar noches enteras, mirando las estrellas, contando, conspirando, anudando arrullando, aullandole a la luna y otras muchas voces se levanten. Creemos en lo invencible que puede ser una mujer, en cualquier momento de su vida.
La obra tiene dos momentos en la vida de dos mujeres muy diferentes y aunque la noche caiga y la piel se aje,
Y la luna platine los días
Y la bruma, nocturna y taciturna, vea la inmensidad del viaje.
Una aventura que no se agota con los años,
Transitando todas las estaciones,
mis letras viajaron veranos e inviernos,
ensueños de primavera y otoño.
Amiga mia,
Gracias porque de tu mano,
Germinamos nuestro viaje.
Nuestras copas se levantan para celebrar el tiempo,
ese viejo loco,
que en largas conversaciones,
se engarzó en lenta profecía, de amores,
sueños, pasiones y gratos recuerdos.