Si tiene la sospecha de que una persona cercana o usted mismo tiene problemas de audición, reconozca cuándo esta deficiencia puede requerir de un apoyo que vaya más allá de un audífono para mejorar la calidad del sonido.

La cifra no es de poca monta: 1 de cada 4 personas tendrá problemas auditivos en 2050, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y representa una de las principales causas de discapacidad y su prevalencia aumenta en la medida en que se envejece, según la Organización Panamericana de la Salud.

De eso es consciente, Fabio Andrés López, quien a sus 38 años de edad, ejerce como periodista y sacristán de una parroquia en Bogotá. Él, desde pequeño, fue diagnosticado con una hipoacusia bilateral neurosensorial de grado severo, y ante ello tuvo que ser intervenido quirúrgicamente a los ocho años de edad.

A medida que Fabio iba creciendo aún en su discapacidad auditiva, ésta no fue la barrera para destacarse en lo académico y personal. Sin embargo, con el paso del tiempo se evidenció que la pérdida auditiva era de grandes proporciones y por ello, fue nuevamente operado en marzo de 2021 para insertarle un implante transcutáneo de conducción ósea (Bonebridge, en inglés) que le ha hecho más fácil la vida y por supuesto, el trabajo.

“Me operaron en plena pandemia. Mi párroco me insistía en que lo hiciera, pues se acercaba las celebraciones de Semana Santa, en las cuales la comunicación era muy indispensable. Mi vida cambió para bien por el implante”, comenta López, quien además es periodista.

Fabio usa un implante de conducción ósea que le permite “hacerle el quite” a su condición de discapacidad auditiva. Antes de que llegara a operarse, vivió por muchos años con audífono para poder entender lo que decían los demás y para que la comunicación no fuera una limitante. Esta ayuda se quedó corta y gracias al apoyo de un especialista y a la rehabilitación auditiva, ha podido llevar una vida normal y sin aislarse, como a veces ocurre con personas que no pueden oír.

Implante auditivo ¿en qué casos?
¿Pero por qué en algunas personas funciona bien el audífono y en otras no? El audiólogo de MED-EL, Jonathan Bareño, explica que las soluciones no son mágicas para todo el mundo y que es un error pensar que las problemáticas auditivas son todas iguales.

“Un audífono podría quedarse corto para una persona con ciertas necesidades auditivas. En el caso de Fabio, un implante de conducción ósea lo que hace es rehabilitar la audición de quien tiene malformaciones como la microtia (malformación en la oreja) o cuando en el oído medio exista una condición que impida transmitir el sonido de manera adecuada a la cóclea”, afirma Bareño.

El experto explica que el implante auditivo permite captar señales como el habla, la música, el sonido ambiente, así como la decodificación de la información.

“Esta señal llega de manera inalámbrica, como pasa con el bluetooth y el wifi y esta señal se convierte en vibración: viaja por el huesito hasta llegar a la cóclea y es alí donde se procesa esta vibración como el sonido que se traduce en habla, el ladrido de un perro, una orden, o en música. El implante permite el acceso al habla, el desarrollo de habilidades auditivas y del lenguaje y estar atentos a lo que pasa alrededor”, añade Bareño.

¿Cómo saber si una persona necesita un audífono, un implante coclear o uno de conducción ósea? Debe existir una valoración de un especialista como lo es el otólogo, quien define si quirúrgicamente es viable ubicar el implante en la cóclea. Es este profesional quien también determina si para un paciente es suficiente contar con un audífono o si requiere de un dispositivo más potente, acompañado de un proceso de rehabilitación.

Ese es el caso de Fabio, quien por fortuna hoy es mucho más productivo gracias a la tecnología que le permite no solamente oficiar como sacristán, sino hacer transmisiones y eventos periodísticos en los que la comunicación es indispensable.