A lo largo de cinco años el director Alejandro Bernal fue testigo del crecimiento del amor entre Cristian y Yimarly, dos jóvenes a quienes acompañó a su primer concierto musical, a la entrega de su casa e incluso al nacimiento de su hijo, quien llegó como la más grande prueba de su amor y del deseo de constituir una familia. 

¿Pero qué tiene de especial esta historia como para convertirse en un documental que se estrena en salas de cine del país este 4 de noviembre? 

La respuesta está en que este director y productor de documentales, que hace más de una década trabaja en temas de conflicto armado, migración y medio ambiente para reconocidos canales internacionales como Discovery y Al Jazeera, conoció a la pareja durante la Décima Conferencia de las FARC, momento en el que por primera vez la prensa, de Colombia y del mundo, tuvo pleno acceso a los combatientes rasos de esta guerrilla, al punto de compartir con ellos hasta sus caletas para dormir. 

Bernal encontró esta historia entre la de cerca de tres mil guerrilleros, además de todo el Secretariado presente en ese lugar ubicado en las sabanas del Yarí, a ocho horas por tierra de la Macarena o de San Vicente del Caguán. 

“Un día como a las seis de la mañana me estaba tomando un café cuando vi que llegó un tractor con una especie de remolque como con 10 combatientes y se empezaron a organizar en el mismo campamento. Eran solo parejas, que sacaban las pocas cosas que traían en sus morrales y las acomodaban en los cambuches que armaban… eran pequeñas casitas de parejas, entre ellos estaban Cristian y Yimarly”, cuenta el director. 

La misión que le habían encomendado Jaime Escallón-Buraglia y Ximena Sotomayor, productores de la película a Alejandro, era conversar con muchas personas para conocer sus historias y así lo hizo. 

“Por lo general, las conversaciones eran dirigidas hacia lo político y la lucha de clases, y Marx y el hecho de que ahora serían un partido político, mientras que con ellos fue una conversación más personal, como si nos conociéramos de antes y ahí llegó el tema del amor y de su expectativa de lo que vendría en sus vidas en los próximos años. 

Amor rebelde habla de la lucha, pero no necesariamente de la guerra, de dos seres humanos que deben superar las dificultades para construir juntos sus sueños, de dos jóvenes a los que pudo acompañar en el reencuentro de Cristian con su madre tras 17 años en las filas, a celebrar el cumpleaños de Yimarly con sus padres y hermanos después de 7 años, a reencontrarse tras unos meses de separación, o a la entrega de su casa con la ilusión propia de cualquier pareja, así estuviera construida en una de las zonas veredales. 

El amor es el centro de esta película. Sin embargo, el objetivo no es romantizar a sus protagonistas por eso comparte con los espectadores aspectos reales de su personalidad. Ella es completamente transparente y él muy frentero, sin filtro al expresar ideas que duelen, como que quien no quiere la paz es porque no ha vivido la guerra.

“Me conmovió escuchar a Cristian contar cosas que vivió, como los bombardeos que dejaban los cuerpos desmembrados… ¡uf! tiene una dimensión mucho más profunda de la que yo creía, pero al mismo tiempo lo cuenta con mucha naturalidad. No es fácil tampoco escucharle decir que le gustaba la guerra, pero también es muy difícil juzgar desde el punto de vista de uno citadino, cuando ese pelado entró a los doce años a la guerrilla”.