¿Sabía usted que solo en 2023, de acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social, murieron en el país cerca de 40.000 personas de cáncer? De hecho, conocía que, a diciembre 31, más de 491.000 colombianos fueron diagnosticados con algún tipo de tumor maligno.
Sin embargo, más allá de lo que dicen las cifras de una enfermedad que se consolida como la segunda causa de muerte en el mundo y que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa aproximadamente 10 millones de fallecimientos cada año; vale la pena analizar cuáles son las principales estrategias que actualmente se aplican para prevenir esta patología.
Una de las más efectivas es el ejercicio permanente que, de acuerdo a diversos estudios científicos, puede disminuir la posibilidad de presentar cáncer de mama, colon, pulmón, próstata y útero, los cuales, aparte de ser los más conocidos, también generan el 70 % de los decesos por esta enfermedad.
Según Daniel Santiago Mejía, docente del programa de Fisioterapia de Areandina, seccional Pereira, realizar actividad física de forma permanente es uno de los tratamientos más eficaces para tratar el cáncer; de hecho, reduce hasta en 50 % el riesgo de que aparezcan células malignas en el organismo, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud.
“En primer lugar, el ejercicio puede disminuir la presencia de ciertos tipos de cáncer asociados con la obesidad. Segundo, contribuye a regular hormonas como el estrógeno y la insulina, que influyen en el desarrollo esta patología”, dice.
Para resaltar, la Asociación Americana de Cáncer indica que son necesarios al menos 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de actividad física intensa a la semana para ayudar a reducir el riesgo de sufrir de cáncer. “Caminar a una velocidad más rápido de lo normal, bailar, trotar, correr, andar en bicicleta y nadar, entre otras actividades que permitan sudar y aumentar los latidos del corazón, siempre serán necesarias para alcanzar esta meta”, explicó Mejía.
Igualmente, el docente de Areandina comenta que el ejercicio también ayuda a reducir significativamente los efectos secundarios de los medicamentos utilizados para el cáncer, lo que permite que el paciente logré una mayor adherencia al tratamiento de la enfermedad y tenga un mejor pronóstico.
Sin embargo, Mejía aclara que todo en exceso es perjudicial, por eso recomienda que para iniciar una rutina permanente de ejercicio físico es importante acudir primero al médico para que el especialista pueda orientar a la persona en el desarrollo de este trabajo, más aún si está en tratamiento para curar el cáncer.
De otra parte, aconseja no hacer ejercicio justo después de que un paciente haya terminado una radio o quimioterapia. “Este periodo es clave para la recuperación del cuerpo”, afirma.
La alimentación también es clave para prevenir los tumores malignos
Mejía asegura que, si bien no existe un alimento que por sí solo cause 100 % cáncer, seguir una dieta balanceada acompañada de ejercicio físico, reducirá significativamente la probabilidad de desarrollar esta enfermedad.
“El brócoli y las crucíferas (coliflor), así como el tomate por su gran contenido de antioxidantes, los fríjoles y las leguminosas (granos como garbanzos y lentejas, etc.), son excelentes fuentes de fibra que ayudarán a mantener un equilibrio intestinal óptimo e indispensable para mantener un sistema inmunológico. De otra parte, las nueces, los frutos rojos y el ajo, gracias a sus propiedades antioxidantes, también logran disminuir hasta un 17 % la incidencia de cáncer”, explicó.
En conclusión, el ejercicio y una alimentación balanceada juegan un papel crucial en la prevención y tratamiento de esta patología. Mantener un peso saludable, regular hormonas, fortalecer el sistema inmunológico y reducir los efectos secundarios de los tratamientos son solo algunos de los beneficios que la actividad física y una dieta adecuada pueden aportar en la lucha contra esta enfermedad.