Roberto y su abuelo Álvaro comparten todo: la hora del café, el momento de afeitarse, las mañanas de sol y las tardes de parque. El abuelo se encarga de cuidar al niño cuando sus padres no están; sin embargo, el pequeño debe asumir, a veces, el papel de adulto y evitar que Álvaro haga cosas inesperadas. Al final, es difícil saber, realmente, quién cuida a quién.