Toda la felicidad del universo es un recopilatorio de historias cortas, cuentos y poemas que tratan sobre el amor, la soledad, el olvido, el dolor, la alegría, la felicidad, la vida y la muerte.

Un exquisito pero agridulce viaje a través de los sentidos que cautivará y hará reflexionar al lector.

“Las aves que vuelan no vuelan porque les digan que pueden hacerlo. Vuelan porque ven a sus padres hacerlo”

—Puede que diga — dice al caer. No me mira. Se está hablando a sí mismo, de niño, creo —. Puede que caiga. Pero te juro, sé, que te ayudaré a creer. Puede que caiga y ojalá , así , entiendas que los pájaros no vuelan…. caen en dirección contraria a nosotros.

Lo de las alas es solo para disimular.

—¿ Y lo de las capas? ¡papá! papá… ¿y lo de las capas?

“No me acuerdo de cuándo perdí la virginidad. Desde la tía Liliana, y hasta que en otro verano de mierda me acosté con aquella prima lejana al cumplir los catorce, tengo las fechas y los acontecimientos mezclados. Así que no , no sé con exactitud cuándo fue mi primera vez. Pero se apiaden de mí los temblores de mis manos y mis piernas si me olvido de la primera vez que sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos; impotente mientras aquella puerta se cerraba; viendo cómo Christian besada a Lilian con la misma torpeza con la que seis meses atrás me besó a mi”. 

—¿Te acuerdas?—le preguntó La Anciana al viejo que fingía tomar la siesta a su lado , haciendo como que no la observaba, como que después de sesenta años, se había cansado de verla existir —. Hace muchos años me dijiste que siempre estaríamos juntos. ¿ Te acuerdas?

—No—respondió El Viejo—. La verdad es que no me acuerdo.

Y se regalaron una sonrisa el uno al otro y la otra al uno. Aprendieron—de la escuela del tiempo donde estudian todos los abuelos—, que a veces, el amor, es olvidarse de una promesa, y aún así, cumplirla.

 

CÉSAR BRANDON NDJOCU

(Malabo, 1993). Educador Social por la Universidad de Granada y Educado Socialmente por la rigurosa y cariñosa Universidad Mamá, Papá, mi Tía Mamá, hermanos, hermanas, algún que otro profesor del Colegio Español de Malabo y mis cuatro años en Ceuta —mi segunda casa—. Superviviente del Huracán Adolescencia, y ahora miembro activo del Tsunami Vida Adulta —fui rescatado por mis amigos, los de verdad—. Amante de mi país –a mi manera–, porque mi país está casado con otra y tiene miedo de pedirle el divorcio.